¡Hay que querer a Oregon! En una pincelada de dos días, Oregon nos mostró un resumen de sus extremos.
Portland nos dio la bienvenida con dos vaginas en los primeros 10 minutos de nuestra visita — ahí, a la vista de todos. Una cantante callejera tenía puestas medias veladas y nada más cerca a Voodoo donas, donde los cuatro y todos los demás turistas hicimos la fila pacientemente bajo el sol de la tarde. La segunda nos las mostró una mujer en el parque. Naturalmente.
La exhibición de Oregon siguió desde el moderno apartamento de Jen y Lance que queda al lado del río. Desde allí vimos gente en sus kayaks y tablas de remo, una fulana en patineta, una barcaza en construcción, y dos hipsters, uno con barba y el otro no.
En Oregon City, desayunamos waffles, huevo y tocineta con Chris, Heidi y su bebé Leah después de orar.
Y por la noche, acampamos al oriente de Grants Pass al lado de dos grupos de personas indigentes. Uno de ellos cenó torta y sandía.
En algún momento, Nate dijo: “Hippies y rednecks – eso es Oregon.” Los que lo conocen saben que no estaba criticando a nadie.
El mini-tour de dos días en Oregon también incluyó a una hermosa montaña Hood que este año se ve desnuda sin nieve; cuevas ahora pavimentadas para recibir a cientos de turistas cada día; y ríos, qué ríos!
Entramos a California el domingo. B y A jugaron felices en el río. Más tarde, B y Nate pescaron.
Vida buena y tranquila. Descansamos de manejar. Talvez hoy sí dormimos.
Esperando con muchas ganas y con los brazos abiertos para ver cuál va a ser el título del blog “Barranquilla, la…”