Baja.

Baja ha sido uno de mis sueños durante años. Era la tierra desconocida al sur de la imaginaria pero muy real línea de los cinco años que viví en el soleado San Diego. Un lugar que te hace preguntarte… qué será lo que hay allá abajo? Algunos de mis escritores preferidos han hecho el viaje – Childs, Steinbeck, tal vez Abbey, no recuerdo – y han contado historias que le coquetean al alma y a los pies.

Baja. Bajo qué? California Alta. Antes de llegar a San Diego atravesamos el Valle de San Pasqual Valley al oriente de Escondido, el lugar de una batalla donde estuvo uno de mis héroes de infancia, Kit Carson, durante la guerra mexicana-americana. Una guerra que me enseñaron en la escuela pero que casi no recuerdo y que terminó con más territorio para EE.UU. Baja California y el estado de California (Alta) fueron alguna vez Las Californias. San Diego ha estado siempre al final de mi geografía, pero mientras estoy aquí sentado en un patio con sombrita en La Paz, la perspectiva es algo diferente. Es gracioso pensar en San Diego como el medio.

Welcome to Pabellon. Photo by Victoria.

Nuestra travesía por el largo y delgado hermano de California Alta comenzó en Tijuana. Después de prepararnos para cruzar la frontera, recoger todos los papeles apropiados, leer acerca del proceso y (en mi caso) preocuparme, nos sorprendió que el cruce tomó sólo una rápida mirada a la van por parte de la oficial de inmigración. “Que le vaya bien.” Pasaportes y papeles de importación temporal de vehículos son aparentemente productos de mi imaginación.  

Manejamos sorprendidos a lo largo de la costa. “Eso fue todo? Se nos habrá olvidado algo?” Después de una breve parada en Ensenada para comprar helado y una tarjeta SIM, nos fuimos derecho hasta Pabellón para nuestra primera noche Abajo de California. Nos recibieron olas rompientes, arenas blancas, un esqueleto de ballena y dos niños encantados y felices (B y A) que se detuvieron para ver el sol esconderse en el Pacífico.

Welcome to Pabellon.  Photo by Victoria.

Welcome to Pabellon. Photo by Victoria.

 

No puedo describir lo mucho que me gusta manejar en esta carretera. Un sueño errante de dos carriles que bordea los peñascos salados que tocan el mar, serpentea hasta la parte alta de las mesas y baja a través de arroyos y ramblas tallados por inundaciones. El paisaje es de verdad impresionante y siempre cambiante. Cactus, cirios y luego nada. Rocas de granito esculpidas, oasis y después nada. Bahías hermosas, bóvedas escondidas, las montañas verdes e irregulares de Loreto, y luego llanos cafés de nada. Podría quedarme aquí para siempre… si no fuera tan condenadamente caliente.

Desde que llegamos aquí hemos estado peleando constantemente con el calor. Dormir en las mañanas frescas o salir hacia el siguiente campamento antes de que se convierta en una caldera: esa es la cuestión. Y el Mar de Cortés! Hermoso! Y tan caliente como las montañas, pero con 90 por ciento de humedad. Miserable. El nuevo compresor de aire acondicionado en Alta California puso una mella en nuestro presupuesto de agosto, por lo cual hemos estado esquivando hoteles, pero cuando llegamos a Loreto sabiamente (y yo no digo estoy con frecuencia) le pusimos atención a Benjamín y encontramos un hotel barato con aire acondicionado. Qué puedo decir, cuando él tiene razón, tiene razón. Al día siguiente escapamos al Pacífico donde el clima es 10º F más fresco, los perros son amigables y hay suficientes niños pequeños para que Amelia cuide.

Bahia de Los Angeles at the end of the day.  Photo by Nate

Bahia de Los Angeles at the end of the day. Photo by Nate

 

Hoy y durante toda esta semana estamos en casa de nuestra nueva amiga, Angélica, quien abrió su hogar a cuatro olorosos y sudorosos extraños a través de Couchsurfing.org. Esta es su primera vez recibiendo “couchsurfers”. Espero que continúe! Benjamín va a comenzar clases de buceo pronto, nosotros iremos a hacer paseos de un día y yo arreglaré el fogón y re-pensaré nuestro equipo de batería y panel solar. Estos días de 38º C han sido demasiado para nuestra nevera y la batería de nuestra casa.

 

Ven a Baja. Pero cuando vengas, no vengas en agosto. Haz lo que hacen las aves migratorias. Aprende de su sabiduría innata. Sigue sus formaciones en V de Airstreams, Fleetwoods, Shastas y Arctic Foxes en febrero y marzo. Parquea tu camioneta al lado de ellos en las playas de Bahía Concepción, toma sus Coronas, juega con sus flotadores en la piscina y escucha a su Jimmy Buffett. Pero no te detengas ahí. Deja las playas y encuentra los lugares escondidos. Busca las cascadas en las montañas, el camino secreto a Picacho del Diablo, el campadero cerca al cactus gigante al final del sendero de piedras que dejó algún jeep. Aporréate el dedo en un pedazo de granito, ráspate el brazo en un ocotillo, huele el aroma intoxicante del sauco y el mar, habla con los pescadores.

Baja. Un sueño. Estoy listo para el interior de México, pero ya sé que quiero volver algún día. Eso sí, será cuando V y yo hayamos tenido suficiente del invierno largo y oscuro de Seattle.

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