Parte 2 de 2 – Panamá a Colombia

Este viaje ha tenido muchos significados. El sueño convertido. La celebración de mis primeros 40 años. El paso de Benjamín y Amelia de ser niños a ser más grandes. Raíces y alas. Un punto y coma a mi carrera, un punto y aparte a la carrera de Nate. Una oportunidad para terminar mi tesis (si los dioses del camino nos dejan). No creo entonces que sea coincidencia que el regreso a mi tierra empezara con una visita a mi primer amigo. Esteban empezó siendo mi amigo cuando teníamos la edad de Amelia. Y nos escribimos (la amistad desde entonces ha sido de lejos) desde que teníamos la edad de Benjamín.

The kids. Photo by Esteban

The kids. Photo by Esteban

Esteban, Marcela, María José, Juan Manuel y Rochi nos recibieron con las puertas abiertas. Nos presentaron a su Barranquilla amada, a la que se vive adentro con aire acondicionado y a la que se aguanta afuera, con un pañuelo para limpiarse el sudor.

Además de compartir comidas y conversaciones ricas, nos llevaron a ver el río Grande de la Magdalena y al Museo del Caribe, una de las cosas a destacar en el viaje. Aprendimos de las culturas afrocolombianas, indígenas y blancas, y de todas las mezclas que han ocurrido. De su comida, lenguaje, música. Ay hombe, su música − cumbia, vallenato, gaita, son, merecumbé, currulao, porro, puya…

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By the Magdalena river

 

The girls dance merecumbé. Photo by Esteban

The girls dance merecumbé. Photo by Esteban

At the Museo del Caribe. Photo by Esteban

At the Museo del Caribe. Photo by Esteban

 

A & B decidieron irse para Medellín mientras nosotros recogemos a Cosmo y vamos a explorar el norte de Colombia. Ganaron la comodidad y los mimos de los tíos y abuelos.

The Tangletown 4 split for a few weeks. Photo by Esteban

The Tangletown 4 split for a few weeks. Photo by Esteban

Finally some alone time! (We're actually sad to see them go). Photo: Esteban

Finally some alone time! (We’re actually sad to see them go). Photo: Esteban

Los adultos aprovechamos para darnos una salidita. Conocimos La Troja, declarado Patrimonio Cultural y Musical de la Ciudad de Barranquilla y donde la salsa es el rey (http://www.latroja.org/). Nate aprendió a pedir cerveza a lo barranquillero: “ey, llave, una fría.” Y descubrió algo maravilloso: que las frías se pueden pedir a domicilio! Y que valen $2,000!

La Troja. Photo: Esteban

La Troja. Photo: Esteban

Listening to salsa at La Troja.  Photo by Esteban

Listening to salsa at La Troja. Photo by Esteban

Cuatro frías

Cuatro frías

De Barranquilla salimos para Cartagena a recibir a Cosmo. Esteban nos acompañó de querido, porque no le gusta mucho la Ciudad Heroica, más heroica para unos pocos que para la mayoría. Equidad no es una palabra muy común aquí. Mejor dejo que Nate cuente su experiencia, imparcial.

Qué decir de Cartagena. Es una ciudad grande con edificios altos, siete puertos, barrios, mansiones en las afueras y cerca de la playa, cruceros en los muelles, un castillo, y una ciudad muy vieja que han renovado un poco en los últimos años. Nosotros nos quedamos sobre todo en la ciudad vieja y en uno de los puertos. La ciudad vieja es hermosa. Un laberinto de calles angostas, plazas, edificios coloniales pintados de colores fuertes y con patios interiores; todo esto rodeado de un muro increíblemente grueso hecho de roca y coral. Ya saben, para que no entraran los piratas. Piratas como Sir Francis Drake. A mi me enseñaron que Drake fue un héroe, pero aquí es considerado un pirate.

En fin, hace calor. Mucho calor. Casi tanto como en Baja California. Calor del que da salpullido con burbujas asquerosas en las manos, como el que tengo. Entonces estuvimos adentro durante el día. Pero en la tarde, cuando el sol se esconde y llega la brisa del Caribe, la ciudad es mágica. De verdad, caminar al atardecer en las calles de Cartagena con el suave roce del aire del mar, el olor a arepas de queso en la esquina, y las luces bailando en la noche es una cosa espectacular. Disfruté de nuestra estadía en la “unidad cerrada”, como uno de los hermanos de V la llama. No puedo decir nada acerca del resto de la ciudad. Nunca vimos donde los cartageneros viven realmente.

Podría usar muchas metáforas para describir la recuperación de Cosmo. Podría decir que fue como esperar afuera de la sala de parto. O como recibir a un hijo de su primer mes en la universidad, fuera de casa (“sobrevivió!”). Pero a Benjamín no le gustan las metáforas, entonces me voy a limitar a los hechos… con un poquito de comentario editorial.

The wall surrounding old Cartagena. Photo by Nate

The wall surrounding old Cartagena. Photo by Nate

"It's too hot.  I don't want to go in."  Photo by V

“It’s too hot. I don’t want to go in.” Photo by V

En el transcurso de dos días, pasamos 13 horas de espera, papeleo, firmas, sellos, pagos, idas y venidas bajo el sol de 33°C que se siente como 44°C. Para los viajeros y los lectores masoquistas que se quieran enterar de todos los detalles, aquí está, paso por paso (en inglés). Mi amigo Esteban importa mercancía de España y dice que esto no es nada en comparación con lo que les toca hacer a ellos.

La verdad, la espera se hizo mucho más manejable gracias a nuestro amigo Guy. Su sentido del humor, su paciencia y sobre todo su coraje y sus ganas de vivir la vida a su modo son inspiración. Me dio mucha, pero mucha tristeza despedirme de Guy. Ojalá lo volvamos a ver en el camino.

Nate and Guy waiting at the Port Authority.  Photo by V

Nate and Guy waiting at the Port Authority. Photo by V

La emoción de ver a Cosmo después de siete días fue como ver a un recién nacido, o recibir al hijo pródigo, o encontrar las llaves. O como volver a casa.

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Comments
  • Esteban
    Reply

    Muchas gracias T4 por habernos hecho parte de esta gran aventura…
    Gracias A, no solo por haber jugado con Juan Manuel y María José sino por haberlo disfrutado tanto; gracias por ser una gran “no tan pequeña” niña!
    Gracias B por haber disfrutado TANTO la comida, por haber tratado te ahorrar agua y por querer donar tu pelo cuando vuelvas.
    Gracias Nate por nuestros cursos de inglés/español compartidos, por la buenas charlas sobre la vida y el mundo (no tanto sobre música…), por mi nuevo mejor amigo Erik, por el nuevo significado de “una fría”, pero sobre todo, gracias por cuidar tanto a mi amiga y por hacerla feliz; ella y yo somos amigos del alma, pero se puede ver claramente que ustedes son almas gemelas.
    Mi querida V, gracias por haberme hecho parte de ese destino que andas buscando durante este año, por estar haciendo tan buen trabajo con esos dos “personajes”, por demostrar que Doña Amparo hizo un buen trabajo también, por ser en cierta forma la misma amiga de hace… 29 años!!! (me acabo de sentir anciano), pero sobre todo, gracias por ser la única persona que conozco que está realmente viviendo su sueño; el valor de eso es inmenso y nos estás dando una gran lección a todas las personas que estamos de alguna u otra a tu alrededor. Nos vemos en Seatle!

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