Después de estar en el hotel para el cumpleaños de B, nos quedamos en Salta en el campamento municipal, donde Nate se dió cuenta de que él y Mami accidentalmente se llevaron la película Interstellar que estaba en el sobre de El Marciano (pensamos que como el actor principal de El Marciano está en Interstellar y los dos tienen algo que ver con el espacio, no lo vamos a cuestionar mucho). Claro que nos sentimos mal y sabemos que no debemos robar por ninguna razón, pero no podíamos dejar que esta oportunidad se perdiera. Entonces vimos la película esa noche. No me gustó el Dr. Mann en la película. Tan egoísta! La próxima mañana nos fuimos de Salta.
Ibamos a San Antonio de los Cobres, pero paramos en Santa Rosa de Tastil. Es un pueblito pequeño y empolvado. Caminamos a una tienda artesanal que tenía cajas bonitas hechas de la madera de cactus. Mami y Nate compraron una. Luego B se fue al carro y nosotros tres fuimos a una casa pequeña que tenía una señal de ‘museo’. Inmediatamente no me gustó porque había espaldas de armadillo y cabezas de otros animales. Y también pieles de puma, perro y animal misterioso colgando de las paredes. Y patas y plumas de choique al lado de las pieles. Choiques son pájaros gigantes que son como el ñandú (de pronto le gustan las botas moradas? Esa es otra historia…). Pero cuando me quedé afuera, mi curiosidad me ganó y fui adentro otra vez, sin mirar a las paredes. Luego entendí que fueron nativos matando a estos animales para sobrevivir y no cazadores cazando animales sólo por su piel o trofeos animales. Partes de animales no fueron las únicas cosas en el museo. Habían cuentas de collares de piedra y bolsos hechos de plantas. También en la parte de atrás había una momia y cosas del siglo XIX, como máquinas de escribir y pañuelos.
Después del museo, fuimos a una parte que estaba en el borde de Santa Rosa de Tastil que tenía ruinas. Yo no quería ir ni caminar, pero no tenía opción entonces fui. Fue sólo 10 minutos pero en mi defensa por estar un poco brava, pensé que iba ser una hora.
San Antonio de los Cobres era mas grande que Santa Rosa de Tastil, pero eran similar por que los dos tenían polvo y los dos estaban un poco pobres. Nos parqueamos al lado de un mercado artesanal. Nate, Mami, y yo entramos a explorar. No había muchas tiendas abiertas y casi todos estaban vendiendo las mismas cosas. Mami y Nate siguieron a explorar al pueblo; Benji se quedó adentro y trato a ver videos. Yo empecé a pintarme las uñas pero a Benji le desagradó el olor del esmalte y Nate y Mami y tristemente dijeron lo mismo que Benjamín, entonces paré. Luego empezó una conversación de religión y los derechos. Era interesante y desesperante al mismo tiempo. Decidimos que íbamos a comer un “treat-sito”, como Nate dice. Probamos unas comidas nativas de Argentina: humitas, que son como tamales pero más picantes; empanadas de llama, del tamaño de mi dedito pequeño; queso de cabra con cayote, que es una mermelada dulce, pegajosa y fibrosa. También comimos flan. Esa noche todos menos yo se estaban poniendo un poco mareados de la altitud porque estábamos a 3800 metros encima del nivel del mar, entonces nos fuimos al día siguiente.
Llegamos otra vez a Salta e hicimos de ese día un día de trabajo. Mami y yo lavamos ropa, Nate y Mami quitaron el óxido del van por fuera y yo por dentro. Benjamín hizo tareas y jugó juegos de video. Más tarde, Mami y yo hicimos galletas y yo di una ducha caliente muy buena. Mientras me duché dos mujeres como de 20 años estaban cantando muy duro en el baño. Me dio mucha risa. Esa noche vimos Grand Budapest Hotel.
A la mañana siguiente, conocimos a tres muchachos colombianos que estaban viajando en un VW van con un perro. Nos dieron un dulce en polvo que era dulce como arequipe o dulce de leche y se explotaba en tu boca como pólvora. Le tiré un palo al perro de ellos.
Salimos hacia Purmamarca. Notamos que estaba haciendo mucho calor y también cómo estábamos de pálidos cuando nos pusimos nuestros shorts. Fuimos a un mirador para ver el Cerro de Siete Colores.
Encontramos que este nombre estaba mal por dos razones. La primera, quién tiene tiempo para contar cuántos colores estaban en la montaña y la segunda, era que no tenía siete colores. Habían como 20 colores mezclándose como una malteada. Pero no contamos cada uno.
Después exploramos el pueblo. Yo noté que la gente de los pueblitos que estaban en las colinas pintan las casas de los mismos colores de las montañas. Muy interesante. Fuimos a los mercados, donde yo compré un brazalete. Luego llegamos a nuestro campamento que era un hostal. Dos perros, grandes, rubios y muy contentos nos saludaron. Uno era un Golden retriever y el otro un labrador. Nos parqueamos y Nate y Mami salieron a caminar.
Una hora más tarde volvieron. El dueño del hotel se fue a hablar con ellos. El retriever los había perseguido y se había quedado, y no sabía cómo volver. Teníamos que ir a encontrarla. En el camino, un hombre que estaba afuera de su casa nos preguntó si estábamos yendo por el perro. Nos dijo que necesitábamos ir a encontrarla porque la podían robar. Mami y yo nos pusimos un poco bravas porque él no podía decirnos qué hacer o no hacer. Y no era nuestra culpa que al perro no le hubieran enseñado a volver a casa. Mami y yo correctamente dijimos que era culpa del dueño y Nate, incorrectamente, dijo que era culpa del perro. Pero para ser justos, qué perro no sabe cómo volver a casa?! Encontramos al perro cuando le preguntamos a un hombre si había visto un perro rubio y gordo. Mami vio una masa amorfa corriendo hacia ella. Estaba muy feliz de vernos, dándonos besos en nuestras manos y metiéndose entre nuestras piernas mientras caminábamos.
Fuimos a comer esa noche. Mami ordenó una cazuela de cabra deliciosa y nosotros tres ordenamos un plato de llama. Había música en vivo y una pareja empezó a bailar. Era un baile muy raro y la mujer detrás de nosotros nos dijo que nunca bailáramos así. Que los argentinos no bailaban así. Nos reimos y estuvimos de acuerdo.
Manejamos casi sin parar a la cabaña de Walter. Walter es un amigo de Carolyn y Víctor, nuestros amigos. La cabaña era bonita, con un fogón de leña. Empezamos a limpiar el van casi inmediatamente.
Esa noche vimos en familia Face Off , que es un programa de maquillaje. Para quienes están abriendo los ojos, no es lo que se imaginan. Un grupo de 25 personas hacen maquillaje para personajes de ciencia ficción para mostrar sus talento de arte. Extraterrestres, princesas, personajes de Shakespeare, mutantes y más. Nuestro menos favorito fue una lagartija con ojos humanos y plumas amarillas. Aunque fue nuestro menos favorito, también fue nuestro favorito de alguna forma: al menos para reírnos. Nate y yo hicimos pan. Nos quedamos allá tres días preparando el van para venderlo. La última noche en Pareditas comimos con Walter, Oscar y Analía. Hice un cuadro usando piedritas y pintura.
Cruzamos a Chile al día siguiente. Para entretenerme, conté los diferentes colores de esmalte que podía ver. Era un desastre en el edificio de la aduana. Toqué como 5 millones de personas sólo para llegar a la fila. Después de dos horas y menos, cruzamos la frontera. Y a Chile vamos otra vez!